“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5 RV60).
“Muy bien, cielo, vamos a dar un paseo”, le digo a mi sobrina de 7 años.
“Estoy lista, tía Laura” me contesta ella con una gran sonrisa mientras desliza sus gafas de sol de Mickey Mouse hacia arriba de manera que quedan en su cabeza.
Doy un grito ahogado: “Ella deslizó sus gafas de sol hacia arriba justo como yo lo he hecho un millón de veces. Melissa me está imitando”, pensé.
Esto fue una llamada de atención, un golpecito de humildad de parte del Espíritu Santo. Esta preciosa pequeñita estaba observando cada movimiento mío. Su pequeña e impresionable mente estaba tomando notas sobre la manera en que yo estaba vestida, cómo traté a la mesera, cómo le hablé a mi esposo y sobre muchas otras cosas.
Aterrada por la importancia de ello, oré pidiendo sabiduría. Dios reveló que los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les enseña. Esto me movió en ese entonces (y ahora también) a vivir una vida cerca de Cristo.
Pídele a Dios que te ayude el día de hoy a ver a tu familia con los ojos de un niño. ¿Qué situaciones los están haciendo crecer y cuáles los están haciendo tropezar?
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Traducción: Ana Lucía Franco León, Ministerios Jesús 24×7
