La Cosmovisión Cristiana de la Familia
Prefacio
La familia es la institución escogida por Dios para traer los niños al mundo, cuidarlos y entrenarles. Es la fibra de la que están tejidas todas las instituciones humanas piadosas, y la estructura tanto de la Iglesia como de la sociedad se desintegrará si su propia fibra es rasgada.
Hoy la familia está siendo desgarrada por muchos pecados y presiones sociales:
1. Muchos individuos fuera de la Iglesia, e incluso algunos dentro de ella, han llegado a aceptar el divorcio por cualquier razón.
2. El enfoque exclusivo en la carrera profesional y el materialismo se han convertido en ídolos respetables, reemplazando —para muchos padres y muchas madres— el vivir para Dios y Sus propósitos en el contexto de la vida familiar, forzando innecesariamente a muchas madres a salir del hogar hacia el mundo laboral, mientras que las genuinas presiones económicas fuerzan a muchas más a permanecer allí por necesidad debido a la falta de caridad y de justicia por parte de otros.
3. El movimiento feminista radical ha dañado la moral de muchas mujeres y ha convencido a los hombres a abandonar su autoridad Bíblica en el hogar.
4. Algunos importantes derechos y responsabilidades paternos han sido socavados por la ley, las cortes y algunas fuerzas en la educación escolar pública, y por políticas gubernamentales que privan a la familia de muchas de sus funciones Bíblicas tradicionales.
5. Los medios de comunicación a menudo adoctrinan a su audiencia sin una mente crítica, con valores distorsionados y anti-familiares.
6. Hasta muy recientemente hemos apoyado las escuelas del gobierno y otras instituciones humanistas de educación superior sin espíritu crítico, aunque estas instituciones deliberadamente enseñan y efectivamente aprueban las prácticas anti-familiares de la “paternidad social”, el aborto, la eutanasia, consintiendo el adulterio, la promiscuidad, el homosexualismo, etc.
Como resultado, muchas familias sufren de falta de dirección y desorganización. La disolución de la familia, desprecio por las necesidades de los niños y miembros ancianos de la familia, la búsqueda desenfrenada de auto-realización, el divorcio fácil, la falta de compromiso y estabilidad, y el resultante incremento de hogares aquejados de pobreza y dirigidos por mujeres, todo esto pone en peligro la vida familiar.
“Damos gracias a Dios porque algunas familias, aparte de sus congregaciones, desde hace ya varios años han retomado el aprendizaje y enseñanza de la voluntad de Dios plasmada en su Palabra respecto de su diseño y de los roles de cada miembro. Es esperanzador ver que esto empezó a permear hacia iglesias completas y en tiempos recientes, algunas de habla hispana y entre ellas, algunas en México (no tantas como quisiéramos), han comenzado a retomar la importancia del Diseño de Dios para la familia”1.
Los Cristianos también están descubriendo que la vida familiar Bíblica completa es la alternativa divinamente ordenada al socialismo creciente y la vida institucionalizada.
¡Toda la gloria es para el Señor!
“No obstante, una advertencia siempre es necesaria: no debemos permitir que nuestra familia o iglesia se conviertan en entidades “familia-céntricas”; en nuestra vida y congregación, el centro debe ser Dios”2.
Por tanto, presentamos las siguientes afirmaciones y negaciones como una brújula que, en el clima cultural tormentoso, pueda darles a los Cristianos un sólido fundamento Bíblico en el que confrontar efectivamente el espíritu de la época (el mundo) y vivir por el plan de acción de Dios para la vida familiar.
ORIGEN Y DEFINICIÓN DE LA FAMILIA
ARTÍCULO 1. Afirmamos que Dios estableció la familia cuando unió a Adán y Eva en matrimonio e instituyó su relación como un pacto y compromiso de comunión y fidelidad de por vida para con Dios y el uno con el otro (Génesis 2:22-24; Isaías 49:15); que el matrimonio y otras relaciones familiares pueden cumplir su completo potencial así diseñado solamente en la medida en que cada miembro esté individualmente reconciliado con Dios y santificado a través de la obra y Señorío de Jesucristo; y que Dios ordenó a la familia como una institución social diseñada para dar gloria a Su nombre, reflejar Su imagen en la tierra, ser un cuadro de la relación de Cristo y la Iglesia, para traer la tierra a la sumisión a Su plan, y para ser fructífera y multiplicarse (Efesios 5:22, 23; Génesis 1:27, 28).
Negamos / Rechazamos que la familia sea nada más un contrato social o una relación de conveniencia inventada por los humanos sin responsabilidad para con Dios, y que el matrimonio Cristiano deba ser auto-centrado de manera hedonista (Hebreos 13:4; 2 Corintios 6:14; Efesios 5:21; Salmo 127:1; Proverbios 18:22).
ARTÍCULO 2. Afirmamos que la definición Bíblica de familia es la familia nuclear de una pareja casada heterosexual (cf. Génesis 2:22-24) con sus hijos naturales o adoptados (la adopción –y el cuidado de los huérfanos– se presentan en las Escrituras como algo agradable delante de Dios), junto con las ramas familiares que consisten de todas las familias nucleares que desciendan de ancestros comunes. (La Biblia también usa los términos clan, tribu y nación para estos grupos más grandes. Vea los varios usos de la palabra Hebrea mischpachah [e.g., Jueces 18:2; Amós 3:1].)
Negamos que la Biblia acepte alguna otra definición de familia, tal como el tener en común una casa por parte de socios homosexuales, y que las leyes de la sociedad deban ser modificadas en alguna manera para ensanchar la definición de familia o matrimonio más allá de la definición bíblicamente entendida de matrimonio heterosexual, relaciones de sangre y adopción (cf. Ro 1:26, 27).
ARTÍCULO 3. Afirmamos que cada familia, siendo diferente en circunstancias, individuos y dones tiene un propósito y un significado particulares en el plan de Dios; que Dios tiene como propósito el que cada familia Cristiana trabaje enérgicamente para el avance de Su reino; que este propósito se cumple por la unidad entre esposo y esposa, por medio de tener y educar a los hijos como Cristianos, del evangelismo que tiene como eje el hogar, la hospitalidad y otros ministerios de misericordia basados en el hogar, y entrenando líderes Cristianos como cabezas piadosas de sus hogares como prerrequisito para que ostenten oficios eclesiásticos (Génesis 1:27, 28; Mateo 28:18-20; Deuteronomio 6:7; 11:19; 1 Timoteo 2:15-3:13; 1 Corintios 7:32; Salmo 127, 128; Filipenses 1:27, 28; 1 Corintios 12:12-27).
Negamos / Rechazamos que el hogar sea nada más que una “estación de paso” donde los miembros de la familia satisfacen solamente sus propias necesidades y que algún miembro de la familia pueda, de manera legítima, ir en pos de metas individuales auto-centradas y egoístas a expensas de las necesidades genuinas de la familia; que las funciones de la familia deban ser transferidas a otras instituciones en detrimento del plan de Dios y de la libertad del ser humano; que el plan básico de Dios, incluyendo Su diseño de que las familias sean productivas para Su reino, ya no se aplique más a este tiempo y época; y que algunas familias existan para aquello para lo cual el plan de Dios no se aplique.
LA SANTIDAD DE LA SEXUALIDAD, RESERVADA PARA EL MATRIMONIO
ARTÍCULO 4. Afirmamos que Dios diseñó la hermosa bendición y unión espiritual de la relación sexual para ser reservada exclusivamente para un hombre y una mujer dentro del matrimonio (Hebreos 13:4; 1 Corintios 7:1-9; Proverbios 5:15; Romanos 1:27; Gálatas 5:20-21; 1 Timoteo 4:1-3).
Negamos / Rechazamos que las relaciones sexuales premaritales y extramaritales, la promiscuidad, el adulterio, el homosexualismo, la bestialidad, el exhibicionismo, la pornografía, las relaciones sexuales entre adultos y niños, y el entretenimiento basado en los actos sexuales, la masturbación y otras desviaciones sexuales deban ser sancionadas o aceptadas como “normales” o legales, aún si son realizadas en la privacidad personal o por el consentimiento de la pareja o en soledad; y que cualquier conducta sexual que se desvíe de la norma de la heterosexualidad marital y amorosa pueda ser considerada como un patrón de por vida maduro, incapaz de ser tratado médicamente o aceptable incluso si el individuo involucrado no quisiese cambiar.
ARTÍCULO 5. Afirmamos que la soltería célibe puede ser el propósito de Dios para un adulto, provista para el servicio o el ministerio efectivo; tal llamamiento siempre estará marcado por la gracia de Dios de manera que la pureza sexual pueda ser mantenida; y que tales personas solteras son personas totales en el orden creado de Dios (Mateo 19:10, 11; 1 Corintios 7:7, 8, 25-27, 32).
Negamos / Rechazamos que la soltería deba ser una fase hedonista del desarrollo del adulto durante la cual, una persona sirva de manera egoísta, únicamente a sus propios intereses; que la soltería deba ser infeliz, sin sentido de realización o reservada para aquellos físicamente poco atractivos; y que la soltería indique tendencias homosexuales.
ROLES Y RELACIONES EN LAS FAMILIAS
EL HOMBRE: SU LIDERAZGO
ARTÍCULO 6. Afirmamos que en el orden de Dios del gobierno de la familia Cristiana, Cristo es la Cabeza del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer como Cristo es la Cabeza de la Iglesia, habiéndose dado a Sí mismo en amor para su redención; que el esposo debe mirar constantemente a Cristo en busca de dirección; y que el liderazgo del esposo requiere compromiso hacia su esposa, sacrificio desinteresado hacia ella, el espíritu de un siervo, reforzamiento de sus cualidades únicas y un amor activo en cuidar, valorar y proveer para ella (Efesios 5:21-25; Filipenses 2:5-11; Mateo 20:28; Colosenses 3:18, 19; 1 Corintios 11:3; 1 Pedro 3:7).
Negamos / Rechazamos que el esposo deba ejercer su autoridad sobre su esposa por medio de palabras o acciones que rebajen su dignidad como persona de igual valor y estima ante Dios; y que un hombre pueda servir mejor a su familia atendiendo primero sus propias necesidades en lugar de poner primero las necesidades de su familia.
ARTÍCULO 7. Afirmamos que el esposo tiene la decisión y declaración final en cualquier desacuerdo familiar, en tanto que no viole los principios Bíblicos; que el liderazgo de un esposo es irrevocable; y que si el esposo está incapacitado, la esposa puede ejercer su autoridad (la de él) como su suplente, no como su reemplazo (Efesios 5:22-6:4).
Negamos que un esposo deba ganarse el derecho al liderazgo; que pueda ser depuesto por su esposa; y que pueda negar su liderazgo con el propósito de evadir las responsabilidades que lo acompañan.
EL HOMBRE: SU AUTORIDAD
ARTÍCULO 8. Afirmamos que la autoridad de un hombre como cabeza de su esposa le es delegada por Dios; que esto significa que su legítima autoridad sobre su esposa se limita a lo que la Palabra de Dios le permita; y que toda autoridad es establecida por Dios y nadie, ni institución social alguna, tiene el derecho de ejercer alguna autoridad contraria a las leyes de Dios o a los límites que Dios ha establecido para el oficio del hombre en la familia (Romanos 13:1; Efesios 5:22-33).
Negamos / Rechazamos que su posición de liderazgo le dé al hombre el derecho de dirigir a su esposa hacia el pecado; que las esposas deban obedecer a sus esposos cuando eso requiera desobedecer la enseñanza de las Escrituras; y que las esposas usen los límites bíblicos sobre la autoridad de los esposos, como oportunidades para quejarse y socavar la autoridad de sus esposos (1 Pedro 3:1-6); y que Dios desee que un hombre se enseñoree sobre su familia de una manera poco cariñosa y antibíblica (Colosenses 3:19, 21; Efesios 6:4).
EL HOMBRE: SU TRABAJO
ARTÍCULO 9. Afirmamos que un hombre sano debe hacer todo esfuerzo razonable para sostener a su familia continuamente (1 Timoteo 5:8; Génesis 3:17-19); que la esposa puede incrementar el ingreso de la familia por medio de la administración efectiva de los recursos o, con el consentimiento del esposo, por medio del hacer negocios con base en el hogar (Proverbios 31:10-31); y que en casos de crisis financiera familiar, la esposa puede, con la aprobación de su esposo, aceptar un empleo temporal externo, pero que la familia debiese ver esto como una esclavitud, buscar liberarse de ello y pedirle a Dios la liberación (1 Corintios 7:21-23).
Negamos que cualquier hombre deba forzar a su esposa a abandonar su llamado en el hogar por causa de la mera ganancia financiera innecesaria para la supervivencia física mínima, y que la esposa deba ofrecerse voluntariamente a ello (1 Timoteo 5:8; Efesios 5:5); que las trampas del estilo de vida de la clase media sean necesidades que justifiquen el forzar a la esposa a trabajar fuera del hogar (1 Timoteo 6:8); y que proveer para las necesidades físicas de su familia excuse al hombre de supervisar los asuntos de su casa, proveer dirección espiritual y asistencia material a su esposa, proveer para las necesidades físicas de los ancianos, los incapacitados o padres o suegros involuntariamente pobres, o supervisar el desarrollo espiritual y moral de sus hijos (Mateo 15:3-6; 1 Timoteo 3:4, 5:4; 1 Pedro 3:7; Efesios 5:28, 29).
EL HOMBRE: SU LIDERAZGO ESPIRITUAL
ARTÍCULO 10. Afirmamos que un hombre Cristiano, como cabeza de su familia, debe alimentar a sus miembros espiritual y moralmente; que debe proteger a su familia, orar diligentemente por su protección y buscar regularmente la bendición del Señor para ellos (1 Timoteo 2:8; 1 Tesalonicenses 5:17; 1 Pedro 3:7); y que debe educar espiritualmente a sus hijos y conducirlos en el camino de la devoción por medio de la instrucción directa y constante, dirigiéndolos en la adoración, permaneciendo accesible e involucrado de manera cariñosa con ellos, y reflejando a Jesucristo por medio de su ejemplo (Deuteronomio 6:7; 11:19; Efesios 6:4; Salmo 34:11; 78:5,6).
Negamos que Dios le permita a un hombre abandonar deliberadamente en manos de su esposa, de la Iglesia, o de cualquier otra persona o institución, la responsabilidad de enseñarles a sus hijos regularmente acerca de Dios, y orar por su protección.
ARTÍCULO 11. Afirmamos que cuando no haya un esposo Cristiano para liderar espiritualmente la familia, la mujer del hogar debe asumir la responsabilidad según Dios la capacite (e.g., Lidia, Hch. 16:14, 15, Loida y Eunice, 2 Timoteo 1:5, cf. Hch. 16:1).
Negamos que la familia sea nada más una colección de individuos que deban valerse por ellos mismos de manera física, espiritual o moral.
LA MUJER: SU SUMISIÓN
ARTÍCULO 12. Afirmamos que Dios llama a la esposa a someterse por voluntad propia en obediencia amorosa y respeto hacia su esposo como la Iglesia se somete ella misma a Cristo (Efesios 5:22-24; Colosenses 3:18); y que las esposas con esposos no Cristianos son llamadas por Dios a ser un testimonio a sus esposos por su obediencia gentil y sumisa, y a no cansarlos con críticas constantes (1 Pedro 3:1-5).
Negamos / Rechazamos que la esposa deba socavar el liderazgo del esposo; que la sumisión requiera que una esposa renuncie a su propia responsabilidad moral, a realizar cualquier acto pecaminoso, o a abstenerse de prácticas ordenadas por Dios en obediencia a las exigencias antibíblicas de su esposo (1 Pedro 3:6); que la sumisión le prohíba a una esposa a exhortar y reprender con respeto, prudencia y amor a su esposo Cristiano como una hermana en el Señor (Efesios 5:21; Colosenses 3:16); y que la enseñanza de la Biblia con respecto a la sumisión de la mujer hacia su esposo, se aplique a cualquier otra relación o hacia los hombres que enseñen en la Iglesia.
LA MUJER: SU LABOR
ARTÍCULO 13. Afirmamos que la principal responsabilidad de una madre es cuidar de sus niños pequeños; que la responsabilidad de la esposa es administrar el hogar y convertirlo en un centro de ministerio (1 Timoteo 5:10, 14; Tito 2:3-5; Proverbios 31:10-31); por tanto, que los medios Cristianos de comunicación y en general los ministerios cristianos, no debiesen describir con romanticismo las carreras externas para las madres con niños pequeños; y que la Iglesia debe elogiar a las esposas y madres piadosas que trabajan en el hogar como modelos de conducta.
Negamos / Rechazamos que las madres casadas con niños pequeños deban buscar roles como proveedores económicos masculinos; que las esposas Cristianas deban colocar la idea de auto-realización a través de las carreras que el mundo ofrece antes que el llamado de Dios (Mateo 16:24-26; Marcos 8:34, 35; Lucas 9:23-26) y antes que el diseño de Dios para la mujer (Génesis 2:18; Proverbios 31:10-31; 1 Corintios 7:32; 1 Timoteo 2:15); que seguir los mandamientos de Dios en esta área signifique explotación de las mujeres; y que únicamente las mujeres con carreras externas sean “mujeres trabajadoras” mientras que las otras son “parásitos” sociales y económicos.
PADRES E HIJOS
ARTÍCULO 14. Afirmamos que los hijos son una bendición del Señor, de un valor más allá de lo que puede medir la capacidad humana, y deben ser bienvenidos con gozo al seno de la familia como dones preciosos que provienen de Él; que los hijos pertenecen únicamente a Dios, con los padres como sus mayordomos ordenados por Dios; y que Dios le da a los padres la responsabilidad principal y la autoridad para la educación y para el bienestar físico, social, emocional y espiritual de los hijos (Génesis 33:5; Salmo 78:1-8; 127:3-5; Proverbios 17:6; 1 Timoteo 2:15; Efesios 6:1-4; Deuteronomio 4:9; 6:1-9).
Negamos que los padres deban adoptar el espíritu secular anti-niños de la cultura que promueve el abuso, el descuido, la explotación, la ausencia o la inaccesibilidad paterna, la falta de supervisión, la paternidad social en lugar de la crianza de la familia, la excesiva segregación por la edad y la influencia de los iguales sobre los niños, el uso de las necesidades de los niños como peones políticos, la educación de los niños como experimento social y la usurpación gubernamental de las responsabilidades paternas; y que los niños deban ser tratados como un mal que deba ser abortado o impedido, como una carga financiera que deba ser soportada o limitante, o la propiedad ya sea de los padres o del estado.
ARTÍCULO 15. Afirmamos que los padres deben reflejar la rectitud, justicia, misericordia y amor de Dios en el entrenamiento, la disciplina y cuidado de los hijos menores (Proverbios 22:6; 29:15; 1 Samuel 3:13; Salmo 78:1-8; 2 Timoteo 1:5; 3:15; 2 Corintios 12:14; Efesios 6:1-4).
Negamos / Rechazamos que el estado tenga derecho alguno de socavar o quitar la justa autoridad de los padres, ordenada Bíblicamente, o reclamar o usurpar —de padres que no han sido convictos de abuso o abandono infantil— su rol primordial como educadores, proveedores y protectores de los niños.
ARTÍCULO 16. Afirmamos que Dios manda a todos los hijos a honrar a sus padres y a los hijos menores manda obedecerles en el Señor; que la Escritura les da a los padres el derecho y la responsabilidad de hacer cumplir la obediencia a través de la disciplina, incluyendo la disciplina corporal (Deuteronomio 5:16; 2 Samuel 7:14, cf. Proverbios 3:11, 12; Proverbios 13:24; 22:15; 23:13; 29:15); y que el entrenamiento en la obediencia piadosa es el fundamento del autogobierno personal y de todos los gobiernos civiles de los hombres y las mujeres libres.
Negamos / Rechazamos que la familia deba ser una democracia; que la obediencia que se hace cumplir en amor sea dañina para el niño; y que el gobierno civil tenga derecho alguno de definir la disciplina corporal sabiamente administrada, como “abuso infantil” o que permita a los niños “divorciarse” de sus padres.
FORMANDO NIÑOS HACIA LA MADUREZ
ARTÍCULO 17. Afirmamos que la meta de la paternidad Cristiana debe ser presentar a los hijos ante el Señor como adultos responsables y espiritualmente maduros para el momento que alcancen su plena madurez física (Lucas 2:41-42, 51-52).
Negamos que la adolescencia –término no encontrado en la Biblia, aunque es sinónimo de “juventud”– deba ser artificialmente prolongada más allá de la plena madurez física; que los adolescentes tengan el derecho de ser irresponsables y centrados en sí mismos; y que sus mayores deban esperar o permitan tal conducta de parte de ellos.
LOS ABUELOS, LOS PARIENTES ANCIANOS O INCAPACITADOS
ARTÍCULO 18. Afirmamos que la familia debe proveer cuidado amoroso emocional, espiritual y físico para sus miembros ancianos dependientes o incapacitados, y debe respetarlos reconociendo sus años de experiencia y potencial para enseñar sabiduría a aquellos que son más jóvenes (1 Timoteo 5:4-8; Mateo 15:1-9); que Dios tiene un propósito para los abuelos y para los otros parientes ancianos (Gálatas 6:10; Tito 2:1-5); y que los abuelos son responsables de enseñar primero a sus hijos adultos cómo enseñar a sus nietos, y segundo, ayudar a garantizar que esto realmente ocurra (Salmo 78:1-8).
Negamos que la sociedad deba abusar o ignorar a los miembros de la familia ya ancianos o incapacitados, o considerarlos como personas sin valor o como mera carga, o apresurar sus muertes por medio de la “eutanasia” o cualquier otro medio; y que la ancianidad deba ser un tiempo para la búsqueda individual y egoísta.
ARTÍCULO 19. Afirmamos que los parientes incapacitados debido a la edad o por cualquier otra discapacidad, tienen el derecho de encontrar reposo y cuidado en los hogares de sus hijos u otros miembros cercanos de la familia de ser posible médica o físicamente, y que los Cristianos debiesen proveer para sus parientes incapacitados (1 Timoteo 5:4, 8, 16), y para las personas ancianas en aflicción, aunque no sean necesariamente parientes (Santiago 1:27).
Negamos que los ancianos deban ser vistos como una molestia y ser rechazados para no habitar con sus hijos porque sean una carga o una inconveniencia (cf. el libro de Ruth); y que las personas mayores con cuerpos y mentes razonablemente sanas deban esperar que otros les apoyen en un estilo de vida ocioso o egoísta (1 Tesalonicenses 4:11; 2 Tesalonicenses 3:10).
MATRIMONIO: ELECCIÓN Y COMPROMISOS
ARTÍCULO 20. Afirmamos que el hombre que desee casarse debiese consultar el consejo sabio, incluyendo el de su familia (Génesis 24; Proverbios 15:22), y escoger su esposa bajo la dirección de Dios en busca de un carácter piadoso —centrado en Dios— e idoneidad como socia en su llamado [de él] (Génesis 2:18, 20-22; Proverbios 18:22; 31:10-31; 1 Corintios 7:28, 36).
Negamos que los Cristianos deban casarse con no-Cristianos, y que el atractivo sexual u otras consideraciones carnales deban dictarle a un Cristiano la elección de su pareja (1 Corintios 7:39; 2 Corintios 6:13-14; Proverbios 31:30).
ARTÍCULO 21. Afirmamos que los votos matrimoniales [establecen] un pacto solemne y sagrado de compañerismo y fidelidad, entre un hombre y una mujer, en la unión de sus vidas legal, física, moral y espiritualmente como marido y mujer delante de Dios (Génesis 2:24, Proverbios 2:16, 17; Mateo 19:4-6, Hebreos 13:4); que es deplorable cuando estos votos no se hacen valer por la ley o por la Iglesia haciendo que pierdan su significado; que las sanciones Escriturales debiesen ser requeridas de aquellos que quebrantan los votos matrimoniales de manera antibíblica (Malaquías 2:13-14; Mateo 18:15-17, 19:9); y que la Iglesia debe trabajar para restaurar el pleno reconocimiento del matrimonio como un pacto de unión legal bajo Dios (Proverbios 2:16, 17; Mateo 19:4-6).
Negamos que la Iglesia y el estado no tengan la responsabilidad de hacer valer los votos que ellos administran.
[Siguiente Sección: en revisión.]
1 ¡Ya Levántate! “La Familia Bíblica resurge :: Viviendo en el Diseño de Dios”
2 Ibidem.
Basado en la Declaración de “The Family Committee of The Coalition on Revival, Inc.”, en la traducción original de Donald Herrera Terán.
IMPORTANTE: Suscribimos esta declaración, que aquí ha sido revisada, editada y adaptada en concordancia con nuestra declaración de fe, filosofía de ministerio, visión y misión y al entendimiento del tema de la familia que el Señor nos ha revelado en su Palabra. Sin embargo, es importante aclarar que no necesariamente compartimos ni sustentamos todas las prácticas y doctrinas de “The Coalition on Revival, Inc”.
Traducción complementaria, revisión, edición y adaptación: David Franco, Ministerios Jesús 24×7
Artículos y párrafos adicionales: David Franco, Ministerios Jesús 24×7
Última revisión: Junio 8, 2016