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Liderazgo Bíblico 02 | El Llamado a Guiar la Iglesia: Ancianos

Siete estudios en audio acerca del liderazgo bíblico de ancianos, basados en 1 Timoteo 3:1-7.

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1. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 1 de 7) – 1 Timoteo 3:1
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

2. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 2 de 7) – 1 Timoteo 3:1-2
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

3. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 3 de 7) – 1 Timoteo 3:2
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

4. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 4 de 7) – 1 Timoteo 3:2
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

5. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 5 de 7) – 1 Timoteo 3:3
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

6. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 6 de 7) – 1 Timoteo 3:4-5
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

7. El Llamado a Guiar la Iglesia – Los Ancianos (parte 7 de 7) – 1 Timoteo 3:6-7
Henry Tolopilo – Gracia a Vosotros

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Liderazgo Bíblico 01 | Los Ancianos: Posición, Pluralidad, Requisitos y Funciones

El Liderazgo de Ancianos Bíblico

pluralidad de ancianos

Desde un punto de vista bíblico, el centro de atención del liderazgo de toda iglesia es el anciano. Un anciano es parte de la pluralidad de hombres bíblicamente calificados que pastorea y supervisa en conjunto la iglesia local. La palabra traducida “anciano” se usa cerca de veinte veces en Hechos y las epístolas en referencia a este grupo único de líderes que tienen la responsabilidad de supervisar al pueblo de Dios.

La Posición de Anciano
Como numerosos pasajes en el Nuevo Testamento indican, las palabras anciano (presbuteros), obispo (episkopos) y pastor (poimen) hacen referencia a la misma responsabilidad. En otras palabras, los obispos y pastores no son distintos de los ancianos; simplemente los términos son diferentes maneras de identificar a la misma gente. Las calificaciones para un obispo (episkopos) que se encuentran en 1 Timoteo 3:1-7, y las de un anciano (presbuteros) en Tito 1:6-9 son inconfundiblemente paralelas. De hecho, en Tito 1, Pablo usa ambos términos para referirse al mismo hombre (presbuteros en el v. 5 y episkopos en el v. 7).

Estos términos se usan de manera intercambiable en Hechos 20. En el versículo 17, Pablo reúne a los ancianos (presbuteros) de la iglesia de Éfeso para darles un mensaje de despedida. En el versículo 28 dice: “mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (episkopos), para apacentar (poimaino) la iglesia del Señor”. Primera de Pedro 5:1-2 también usa los tres términos en el mismo contexto. Pedro escribe: “Ruego a los ancianos (presbuteros) que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad (poimaino) la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando (episkopeo) de ella, no por fuerza, sino voluntariamente”. Los diferentes términos, entonces, indican varias características en el ministerio, sin variar los niveles de autoridad o separar las responsabilidades, como algunas iglesias proponen.

Una Pluralidad de Ancianos
El patrón constante que se observa a través del Nuevo Testamento es que cada congregación local de creyentes estaba pastoreada por una pluralidad de ancianos establecidos por Dios. Es decir, este es el único modelo para el liderazgo de la iglesia dado en el Nuevo Testamento. En ningún lugar de las Escrituras se encuentra una asamblea local regida por la opinión de la mayoría o un solo pastor.

El Apóstol Pablo dejó a Tito en Creta y le dio instrucciones de “establecer ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5). Santiago dio instrucciones a sus lectores de “llamar a los ancianos de la iglesia” para orar por aquellos que estuvieran enfermos (Santiago 5:14). Cuando Pablo y Bernabé estaban en Derbe, Listra, Iconio y Antioquía, “constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hechos 14:23). En la primera epístola de Pablo a Timoteo, el apóstol hace referencia a “los ancianos que gobiernan bien” en la iglesia en Éfeso (1 Timoteo 5:17; ver también Hechos 20:17, donde Pablo se dirige a “los ancianos de la iglesia” en Éfeso). El libro de los Hechos indica que había “ancianos” en la iglesia de Jerusalén (Hechos 11:30; 15:2, 4; 21:18).

Una y otra vez, se hace referencia a una pluralidad de ancianos en cada una de las iglesias. De hecho, en cada lugar del Nuevo Testamento donde se usa el término presbuteros (“anciano”) se hace en plural, excepto donde el apóstol Juan lo usa en referencia a sí mismo en 2 y 3 de Juan y donde Pedro lo usa en referencia a si mismo en 1 Pedro 5:1. En ningún lugar del Nuevo Testamento hay una referencia a una congregación dirigida por un solo pastor. Puede ser que cada anciano en la ciudad tuviera un grupo específico al que supervisaba de una manera especial, pero la iglesia era vista como una, y las decisiones se tomaban a través de un proceso colectivo y en referencia al grupo, y no a las partes individuales.

En otros pasajes, se hace referencia a una pluralidad de ancianos, incluso cuando la palabra presbuteros no se usa. En la salutación de la epístola a los Filipenses, Pablo se refiere a los “obispos (plural de episkopos) y diáconos” en la iglesia de Filipos (Fil. 1:2). En Hechos 20:28, Pablo advirtió a los ancianos de la iglesia de Éfeso, “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (plural de episkopos)”. El escritor de Hebreos llamó a sus lectores a obedecer y someterse a los “líderes” que tienen cuidado de sus almas (Hebreos 13:17). Pablo exhorta a sus lectores en Tesalónica a “reconocer a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” (1 Tesalonicenses 5:12); una referencia clara a los obispos en la asamblea de Tesalónica.

Se puede decir mucho de los beneficios de un liderazgo compuesto por una pluralidad de hombres piadosos. Su consejo y sabiduría en conjunto ayudan a asegurar que las decisiones no son la voluntad o están al servicio de un sólo individuo (cf. Proverbios 11:14). Si hay división entre los ancianos a la hora de tomar decisiones, todos los ancianos deberían estudiar, orar y buscar la voluntad de Dios conjuntamente hasta que se alcance el consenso. De esta forma, la unidad y armonía que el Señor desea para la iglesia comenzará con aquellos que ha escogido para pastorear Su rebaño.

Los Requisitos de los Ancianos
La identidad y eficacia de cualquier iglesia están directamente relacionadas a la calidad de su liderazgo. Esto es por lo que las Escrituras remarcan la importancia de un liderazgo de la iglesia calificado y marca estándares específicos para evaluar a aquellos que sirvan en esta posición. Los requisitos para los ancianos se encuentran en 1 Timoteo 3:2-7 y Tito 1:6-8. De acuerdo con estos pasajes, el anciano debe de ser irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro, que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad, no un neófito, que tenga buen testimonio de los de afuera, dueño de si mismo, sensible, capaz de exhortar en sana doctrina y de rebatir a aquellos que la contradicen, irreprensible como administrador de Dios, que no sea iracundo, sobrio, amante de lo bueno, justo y santo. (Para una explicación más amplia de estos requisitos, vea las páginas 215-33 de The Master’s Plan for the Church de John MacArthur.)

El requisito global que es apoyado por el resto es que sea “irreprensible”. Es decir, debe de ser un líder que no pueda ser acusado de nada pecaminoso, ya que tiene una reputación sin mancha. El anciano debe ser irreprensible en su vida matrimonial, su vida social, su trabajo y su vida espiritual. De esta manera, tiene que ser un modelo de piedad, para que así pueda legítimamente llamar a la congregación a seguir su ejemplo (Filipenses 3:17). El resto de los requisitos, excepto tal vez la habilidad de enseñar y administrar, únicamente desarrollan esta idea.

Además, la posición de anciano está limitada a los hombres. Primera de Timoteo 2:11-12 dice, “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio”. En la iglesia, las mujeres deben estar bajo la autoridad de los ancianos, excluidas de enseñar a los hombres o de tener posiciones de autoridad sobre ellos.

Las Funciones de los Ancianos
Cuando la época apostólica llego a su fin, la posición de anciano emergió como el máximo cargo dentro del liderazgo de la iglesia local, por lo que llevaba una gran responsabilidad. No había un tribunal de apelación superior, ni mejor recurso para conocer la mente y el corazón de Dios con respecto a los asuntos de la iglesia. La responsabilidad principal de un anciano es la de servir en la administración y el cuidado de la iglesia (1 Timoteo 3:5). Esto conlleva un gran número de obligaciones específicas. Como supervisores espirituales del rebaño, los ancianos tienen que determinar la política de la iglesia (Hechos 15:22); supervisar la iglesia (Hechos 20:28); ordenar a otros (1 Timoteo 4:14); gobernar, enseñar y predicar (1 Timoteo 5:17; cf. 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 3:2); exhortar y refutar (Tito 1:9); y actuar como pastores, siendo un ejemplo para todos (1 Pedro 5:1-3). Estas responsabilidades ponen a los ancianos en el corazón del trabajo de la iglesia del Nuevo Testamento.

Debido a la herencia de valores democráticos y su larga historia de gobierno congregacional en la iglesia, los evangélicos norteamericanos modernos a menudo ven el concepto del gobierno de ancianos con sospecha. Sin embargo, la enseñanza clara de la Biblia demuestra que la norma bíblica para el liderazgo de la iglesia es una pluralidad de líderes ordenados por Dios, y solamente siguiendo este patrón bíblico la iglesia maximizará su fruto para la gloria de Dios.

Adaptado de John MacArthur, The Master’s Plan for the Church (Chicago: Moody Press, 1991). Para un estudio más amplio del liderazgo bíblico de ancianos, consulte esta fuente. © 2002 Grace Community Church. Todos los derechos reservados.


Copyright 2002, Grace to You. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.
Publicado originalmente aquí.

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¿El liderazgo de la mujer en la iglesia? | Herny Tolopilo

Este es siempre un tema controversial y difícil de digerir para algunos. Lo cierto es que la iglesia ha dejado entrar mucho de la cultura del mundo, incluyendo el tema del feminismo disfrazado con el nombre de “Equidad de Géneros”. Pero la Biblia es clara cuando dice que tanto el hombre como la mujer son iguales delante de Dios en su valor, importancia y dignidad pero tienen funciones diferentes en el diseño de la familia y la iglesia. Por “difícil” que sea el tema, es necesario abordarlo.

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La Belleza de la Modestia | Charo Washer

Por Charo Washer

La belleza ha sido y será un tema de gran importancia para la humanidad —especialmente para aquellas del género femenino. Cada día hacemos un esfuerzo y gastamos gran cantidad de tiempo y dinero para hacernos a nosotras, a nuestras casas, carros y otros accesorios de nuestras vidas, tan bellos y atractivos como sea posible. No hay, por supuesto, nada de malo con querer ser bella y aun debemos ser cuidadosas en aprender lo que es precisamente belleza. Lo crean o no, las Escrituras tienen mucho que decir sobre la belleza, su fuente y como ésta se refleja en la vida y persona de una mujer cristiana. En este pequeño estudio vamos a centrar nuestra atención en sólo dos versículos del tercer capítulo de 1 de Pedro.

En el versículo 3, Dios hace el quizás la más profunda declaración sobre la genuina belleza centrada en Dios.

VUESTRO ATAVÍO NO SEA EL EXTERNO… (1 Pedro 3:3)

Esto no significa que debamos lucir lo peor posible para que esa manera la belleza de Dios pueda brillar, o que todo lo concerniente a la belleza es vanidad. Dios simplemente está diciendo que la Belleza no viene de afuera. De hecho, los adornos externos son mas un estorbo para la verdadera Belleza que una ayuda. ¡Estamos tan preocupadas por nuestra ropa, cabello, maquillaje y accesorios! Sin embargo, esas cosas no guían más a una vida espiritual que a una atracción sensual de la carne. ¿Cuan frecuentemente nos vestimos para atraer las miradas? ¿No entendemos que “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”? (1 Juan 2:16) Y “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15). Debemos dejar de llamar la atención sobre nosotras mismas y buscar irradiar una Belleza tal que dirija todos los ojos hacia Dios.

Nuestro atavío no debe ser el externo, sino…

…SINO EL INTERIOR, EL DEL CORAZÓN, EN EL INCORRUPTIBLE ORNATO DE UN ESPÍRITU AFABLE Y APACIBLE, QUE ES DE GRANDE ESTIMA DELANTE DE DIOS. (1 Pedro 3:3)

El “ser interior” es esa parte de nosotros que no podemos “ocultar” mágicamente con el ultimo encubridor de manchas de Cover Gils´s. Es esa parte de nosotros sobre la que Dios esta verdaderamente interesado. Como le dijo Dios a Samuel años atrás:

“…Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

Si de verdad queremos ser hermosas (¡y lo somos!), nos debemos preocupar por nuestra condición espiritual. Estar envuelta en un vestido delicado no es tan importante como estar cubierta con un delicado y apacible espíritu. Estar vestida con la última moda no es comparable con ser llenas del Espíritu Santo y estar vestidas del Señor Jesucristo.

…antes bien sed llenos del Espíritu (Efesios 5:18).
…sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Romanos 13:14).

Llevar puestas joyas de oro cuesta menos que llevar joyas de virtud.

¿Estamos nosotras trabajando activamente con miras hacia la Belleza y virtud espiritual o vamos en miras de lo carnal, sensual, demoníaco y mundano? ¿Hemos olvidado la opinión de Dios? ¿Hemos considerado lo que es “de gran valor para Sus ojos”? Antes de que vayamos corriendo hacia la nueva tienda para comprar la moda más reciente, tenemos que poner delante de nosotros al Asesor de la Verdadera Belleza y examinarnos en Su espejo (Las Escrituras). No importa cuan “a la moda” estén nuestros atavíos externos, estos no maquillarán ni ocultarán la mancha de los defectos de una vida no controlada por el Espíritu Santo ni ocultarán nuestra falta de virtud y piedad femenina. Recuerda sabiduría de Proverbios:

“Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón” (Proverbios 11:22).

¿Está tu modestia en la luz de la Palabra de Dios o en las tinieblas de esta torcida y perversa generación? ¿Es tu ropa un reflejo de tu rostro y de la gloria de Dios brillando sobre éste? ¿O es tu ropa un retrato de tu cuerpo? Si tu cuerpo atrae las miradas (por causa de la ropa que llevas puesta) estás siendo una piedra de tropiezo y un mal testimonio de Cristo. ¡Te debes arrepentir!

Haz un examen concienzudo a tu closet. ¿Se conforma tu closet a la voluntad de Dios o a la voluntad de la carne y del mundo obsesionado con lo sensual?

“…en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:2-3).

Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pertenece a Dios y algún día pertenecerá a tu esposo (si no estás casada aun). Como mujeres, cualquier adorno que llevemos no debe desviar la atención de las personas de lo que es más importante de nosotros: Cristo y lo que Él ha hecho.

Quiera Dios que las generaciones por venir den testimonio sobre la belleza de Dios en nuestras vidas, sobre nuestros rostros radiantes, y sobre la fortaleza, dignidad y virtud con la cual vestimos.

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¿Por qué hablar de “La Familia Bíblica”?

«Los tiempos han cambiado. La familia no ha quedado inmune; junto con otros valores axiomáticos, el suyo ha sido puesto en duda. En realidad, la familia está sometida a serios asaltos; ¡no es de extrañar que haya tantos divorcios!

»Los matrimonios de tipo abierto y otra docena de variedades son defendidos en las escuelas; los programas de TV han popularizado el divorcio y el nuevo casamiento, lo han hecho aceptable y aún lo glorifican; y a los jóvenes se les dice que el matrimonio es una invención humana y que ahora ya no es necesario cuando hemos llegado a la “mayoría de edad”. Se nos dice que ha dejado de ser útil y que en el mejor de los casos es inofensivo, si bien innecesario; un vestigio o reliquia del pasado. Estamos ya más allá de la necesidad de un matrimonio para que controle la vida humana. Si hoy es más conveniente no casarse, cuando ya no somos tan cándidos sobre los métodos anticonceptivos, pues uno deja de casarse. Después de todo, el matrimonio tiene sus inconvenientes, ¿no? Y si el hombre lo inventó como una conveniencia, ahora que están a disposición la píldora y los abortos legales a solicitud, el hombre puede prescindir del matrimonio, pues ya no es necesario.

»Bajo esta clase de ataque por parte de teólogos modernistas, los políticos, maestros, médicos y otros, la juventud cristiana está confusa. Han crecido sin una instrucción bíblica sólida, positiva, sobre el matrimonio, tanto de sus padres como de la Iglesia, y ahora sucumben al bombardeo de estas ideas negativas sobre el matrimonio y la familia.

»Esta nueva situación exige una nueva respuesta de la Iglesia y del hogar cristiano. Hemos de aprender a discutir los elementos básicos del matrimonio y del divorcio. Ya no podemos seguir dependiendo de instituciones sociales para que lo hagan por nosotros. (En realidad nunca han podido. Siempre han apoyado el matrimonio por razones no bíblicas y, por tanto, han sembrado la semilla de su destrucción.) Si no lo hacemos nosotros, podemos estar seguros de que el mundo les va a inculcar sus ideologías. Y ahora que el mundo ha salido de su escondrijo, abiertamente expresa las ideas de la “nueva normalidad” que ya estaban presentes antes, pero debajo de la mesa. Es imposible, pues, que los cristianos se queden mano sobre mano en tanto que nuestra juventud va siendo corrompida.

»En épocas anteriores, cuando teníamos entablada la batalla con el modernismo, cuando los recursos eran tan limitados y cuando la sociedad abiertamente apoyaba algo similar a los ideales cristianos del matrimonio y el divorcio, podía ser fácil dejar dormir toda la cuestión. Además, como había tan poco divorcio en general (y especialmente en la Iglesia), el divorcio representaba una tentación en la cual la Iglesia no se creía que iba a tropezar. El creyente cansado de luchar podía fácilmente razonar (con alguna justificación): “¿Por qué defenderse contra el perro si está durmiendo? ¿Quién lucha contra la familia, después de todo? ¿Por qué preocuparse de este tema?”. Pero, aunque entonces no era del todo erróneo hablar de esta forma, ¿quién puede dejar de ver que hoy es falso? La guerra que luchamos hoy es en un frente distinto: el frente pasa por el hogar.

»En cierta forma, pues, estamos en mejores condiciones que nunca antes. Este ataque más abierto, menos sutil, sobre la familia, ha forzado a la Iglesia a volver a la Biblia y renovar el estudio del matrimonio y el divorcio, que había sido descuidado durante tanto tiempo. Esto, desde el punto de vista de su responsabilidad, es algo bueno (aunque las razones de la presión que se le hace son muy tristes).

»A menos que nos lancemos ahora a mostrar lo que tenemos —ya no podemos esperar más—, todos los valores cristianos quedarán arrasados. Y la próxima generación de cristianos va a crecer como los infieles, siguiendo sus sentimientos sobre estas materias, en vez de seguir sus responsabilidades bíblicas».

Parece que fue escrito ayer, ¿cierto? Falso, J. E. Adams lo escribió en la introducción de uno de sus libros1, ¡hace veintisiete años! Y lo que yo no puedo explicarme es por qué estamos, a estas alturas, sin darnos cuenta en muchas iglesias y hogares cristianos y por qué, en el mejor de los casos, estamos recién empezando nuestro regreso ad radicem, a la raíz del conocimiento de las verdades respecto de estos temas, a la Palabra de Jehová Dios.

¿Te das cuenta del peligro actual? ¿Entiendes el riesgo que implica no regresar a la Palabra? ¿Te preocupan las nuevas generaciones de tu familia, de tu iglesia?

Por eso es tan importante que regresemos a buscar, en la Biblia, los fundamentos, el diseño de Dios para esta institución que fue establecida por Él, desde Su propio corazón. Es nuestra oración que cada iglesia y cada hogar cristiano, se proponga Vivir en el Diseño de Dios.

Hablemos pues, de la familia bíblica. Oremos entonces por sabiduría y fortaleza. Dirijamos nuestros deseos y voluntad en una misma dirección: el conocer y obedecer a nuestro Dios.


1 Matrimonio, Divorcio y Nuevo Matrimonio, Introducción, Mayo 1986.

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¿Por qué debo asistir a la iglesia?

En repetidas ocasiones, el Nuevo Testamento enfatiza la importancia de las asambleas locales. De hecho, este fue el patrón de ministerio que Pablo siguió al establecer congregaciones locales, en las ciudades en donde predicaba el evangelio. Hebreos 10:24-25 manda a todo creyente a ser parte de un cuerpo local como este y revela por qué esto es necesario:

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25).

El único ambiente en el que puede existir la cercanía necesaria entre creyentes para estimularse cuidadosamente “al amor y a las buenas obras”, es el cuerpo local con el que uno está comprometido. Y es solamente en ese contexto que podemos animarnos los unos a los otros.

El Nuevo Testamento también enseña que todo creyente debe estar bajo la protección y sustento del liderazgo de la iglesia local. Estos hombres piadosos pueden pastorear a un  creyente al animarle, amonestarle, y enseñarle. Hebreos 13:7 y 17 nos ayudan a entender que Dios en Su gracia, nos ha concedido rendición de cuentas mediante un liderazgo piadoso.

Además, cuando Pablo le dio a Timoteo instrucciones especiales sobre las reuniones públicas, dijo, “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Timoteo 4:13). Parte del énfasis en la adoración pública incluye estas tres cosas: escuchar la Palabra, ser llamado a la obediencia y acción mediante la exhortación y la enseñanza. Es solamente en el contexto de la asamblea local que estas cosas pueden llevarse a cabo de la manera más eficaz.

Hechos 2:42 nos enseña lo que hacía la primera iglesia cuando se reunía: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Los cristianos se reunían:

• Para aprender la Palabra de Dios y las implicaciones de la misma en sus vidas.

• Para que estando juntos llevaran a cabo acciones de amor y de servicio unos a otros.

• Para conmemorar la muerte y resurrección del Señor mediante el partimiento del pan y la oración. Claro que podemos hacer estas cosas individualmente pero Dios nos ha llamado a Su cuerpo, la iglesia, la cual es la representación local de ese cuerpo mundial. Debemos servir con gusto y ser servidos entre el pueblo de Dios.

Una membresía activa en una iglesia local es imperativa para llevar una vida sin concesiones. Es únicamente mediante el ministerio de la iglesia local, que un creyente puede recibir la clase de enseñanza, rendición de cuentas y ánimo que son necesarios para que esté fuerte en sus convicciones. Dios ha mandado que la iglesia provea la clase de ambiente en donde una vida sin concesiones puede prosperar.



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Este artículo originalmente apareció aquí en “Artículos” de Gracia a Vosotros (www.gracia.org).