“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
La Perfecta Voluntad de Dios – Sabemos que Dios tiene su perfecta voluntad para cada uno de nosotros. Lo que no entendemos a veces es porque esta perfecta voluntad no sale como queremos. Queremos estar casados felizmente, pero parece que Dios no está cooperando. Empecemos en ubicarnos con el entender esta perfecta voluntad de Dios para cada uno de nosotros. Dios no quiere lo mismo para todos. Si la persona no se sujeta a la voluntad de Dios, nunca encontrará paz y tranquilidad en su vida. Uno tiene que aceptar al Señor Jesucristo como su Salvador personal y entender que debe buscar diariamente esta voluntad de Dios, o su vida será nada más un problema tras otro. La clave para ser feliz es ser salvo, servir a Dios con todo su corazón y vida, y buscar a Dios. Sin esto, la felicidad que encuentra uno es hueca. Esto es la base de todo incluso del matrimonio.
¿Por qué no? El llamamiento de ser solo – Mateo 19:12 habla de los eunucos (personas que son solteras en lugar de ser casadas). Jesús comentó que hay varias razones porque las personas se quedan solteras, y una de ellas es por su dedicación al servicio de Dios. Esto es un alto llamamiento que cada persona debe considerar antes de empezar el proceso de buscar una pareja y casarse. 1 Cor. 7:32-35 anota que debidamente una persona casada es distraída de su servicio para Dios por las obligaciones hacia su pareja y familia. El punto aquí no es de causarnos un problema, sino considerar con qué dedicación uno quiere servir al Señor. (Todos deben servirle, no importando si se es casado o no.) En 7:36 Pablo aclara que no es un pecado de casarse, pero lo mejor de todo es cuidarse de sus deseos, vida, y corazón para que uno pueda servir a Dios sin distracciones de otras cosas en la vida. Esto es lo mejor de todo.
El problema de nuestra carne – Todos tenemos un problema con nuestra carne. La carne siempre nos influye para lo malo. Esta tentación es a veces muy fuerte, pero Dios siempre nos provee una salida de toda tentación. 1 Cor 10:13 dice que Dios dará “juntamente con la tentación la salida para que podáis soportar”. La razón porque uno se casa debe ser por la voluntad de Dios y por la pureza espiritual, y no para gozar de sus codicias. En 1 Tes. 4:3-4 leemos: “la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor”. La fornicación es un grave pecado contra nuestros propios cuerpos (cf. 1 Cor 6:18). Sin la paz y la santidad nadie verá al Señor (Heb 12:14). Sal 84:11 dice: “Porque sol y escudo es Jehová Dios […] No quitará el bien a los que andan en integridad”. La santidad es clave entonces.
Ahora para las tentaciones sexuales que nos causan impureza espiritual, la provisión de Dios es también que se case con una pareja cristiana. 1 Cor. 7:1-2 dice: “bueno le sería al hombre no tocar mujer, pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. O sea, la primera línea de defensa es el contentamiento como Dios manda a uno: “Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga” (1 Cor 7:17). Luego si todavía tiene problemas, que se case. No hay pecado en casarse. Pero debemos entender desde el principio, tenemos que aprender a restringir nuestra carne, y no andar en esta vida dejando que nuestros deseos reinen sobre nosotros. Regresemos a los diez mandamientos, “No codiciarás la mujer de tu prójimo […] ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17). “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Nadie se puede quejar de que su caso es especial, Dios está allí en poder para todos.
Nuestras vidas tienen que ser controladas por Dios, porque obedecemos (es de nuestra voluntad) la voluntad de Dios (nuestro plan). No podamos dejar que el deseo reina en nuestras vidas. Encontrar una pareja cristiana (obediente a Dios) es solamente parte de la solución. La otra parte de la solución es que uno mismo se sujeta (se controla) a Dios.
Desde el punto de vista cristiano, ya sabemos que Dios tiene un plan para nuestras vidas. Debe ser nuestra meta el esperar en ello y regocijarnos en lo que Dios tiene para nosotros. O sea, de estar contento. Fil. 4:11 dice: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. A veces estorbamos este plan de Dios, y a veces obedecemos y trabajamos adentro de este plan, pero nuestra esperanza y fe está siempre en que Dios tiene nuestro bien siempre en mente (Romanos 8:28). Entonces, ¿por qué no estoy casado? Esto se lo preguntan muchas personas. Aparte de que Dios llama a unos a una vida de servicio (aun que muchos no lo aceptan y no lo hacen), puede ser que uno no está listo espiritualmente (o su pareja no está lista). Eclesiastés 3:1 no dice: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Debes prepararte espiritualmente como Dios quiere.
Siendo un pastor, tengo que decirte que la mayoría de los problemas entre casados se reduce a uno solo, uno o los dos no son maduros. A veces los adultos de 30 hasta 80 años actúan peor que niños de 6 años de edad. Si se juntan en matrimonio solamente incrementan los daños a causa de su inmadurez. Leemos en 2 Corintios 7:1: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. Tenemos que tomar en serio la exhortación a la madurez (perfección). La madurez es no ofenderse aun que el agravio sea fuerte. La madurez es quedarse estable y tranquilo cuando los demás están alocándose.
Ahora estamos listos para hablar de buscar pareja. Vamos a ser francos. Cualquier persona puede ser tu pareja, y resulta igual si no estás salvo ni estás buscando la voluntad de Dios. Todo resulta igual; un desastre. Tienes que ser verdaderamente salvo, obediente, y dedicándote fuertemente a la voluntad de Dios1. Los inconversos y desobedientes se casan y se divorcian como locos en nuestro día. Pero nunca encuentran felicidad, ni tranquilidad, ni paz. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:9, 14). ¡De no buscar de vivir en el Espíritu es una marca segura de que ni eres salvo!
Entonces la meta para cada soltero cristiano es encontrar otro joven soltero igual como él, salvo y buscando enfáticamente la voluntad de Dios, sirviendo a Dios con todo su corazón y energía. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento” (Mat 22:37-38). Es locura el pensar que vas a encontrar alguien así en cualquier otro lado que no sea en la obra de Dios, tu iglesia local. El primer lugar donde uno soltero cristiano debe estar buscando fielmente es en su iglesia local. Observemos que si estás buscando allí y un prospecto bueno está igualmente buscando, si te ve como infiel, no dedicado, y no constante en tu fe y vida delante del Señor, lo mejor que hará respecto de ti, es tacharte como posible pareja. Entonces, ¿cómo andas en tu testimonio en tu iglesia local? Puedes encontrar alguien afuera de una iglesia local, pero sin duda tendrás problema tras problema por juntarse en yugo desigual, andando hacia el divorcio y desastre. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos: porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Cor. 6:14).
Para las chicas, su meta debe ser un hombre cristiano que es un líder espiritual. Lee cuidadosamente Génesis 3 y fíjate que Adán causó muchos problemas por dejar a su esposa manipularle, y por no ser líder de su familia. Dios pone un gran valor sobre el hombre como Abraham que “haciendo justicia y juicio”, “mandará a sus hijos y a su casa después de sí que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18:19). Igualmente vemos un buen ejemplo en las palabras de Josué 24:15: “yo y mi casa serviremos a Jehová”. Además debemos decir que Adán aparentemente no explicó bien lo que le había dicho Dios a él y su familia. La serpiente cambió la Palabra de Dios y Eva no fue enseñada sobre ella. Cualquier buen prospecto es alguien que estudia la palabra de Dios y la enseña a su pareja y familia (cf. 1 Cor 14:35). Es alguien con sed de crecer espiritualmente, atento en los cultos, tomando apuntes y pensando. También participa en las actividades en la iglesia. Lo óptimo será un hombre que predica, enseña, o trabaja en la obra de Dios en lo que puede. Dios mandó a Adán trabajar duro en Génesis2 y en 1 Timoteo 5:8 dice que el varón que no provee para los suyos ha negado la fe y es peor que un incrédulo. Debe ser un hombre que sabe como amar y tratar bien bonito a una mujer (Col. 3:19; Efesios 5:25, 28, 30,33; 1 Pedro 3:7).
Para los varones, la Biblia pinta un cuadro en Gén. 2-3 de la mujer que cayó en el pecado y jaló toda su familia. La mujer virtuosa es una que reconoce su obligación bíblica de sujetar sus deseos a su esposo (Gén. 3:16; 1 Tim 2:11-12; 1 Cor 14:34-35), y que se dedica a la belleza espiritual (interna 1 Ped 3:1-5), y sus obligaciones con su esposo y familia (Tito 2:3-5; Ef. 5:33; 1 Tim 5:14; Prov 31:10-31). “Engañosa es la gracia y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada” (Prov 31:30). “Estad sujetas a vuestros maridos […] considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío sea […] el interno, el del corazón […] un espíritu afable y apacible” (1 Ped. 3:1-4). La mujer de nuestra meta no nos impacta con su belleza exterior sino con su espíritu cristiano, su devoción para con Dios, y humildad.
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1 La voluntad de Dios es la obra de Dios. Que todos escuchando el evangelio, y aceptan al Salvador, y entran a trabajar en la obra de Dios. Adentro de esta obra de Dios es la edificación de uno al otro por medio de los vehículos que escogió Dios: La Palabra de Dios, la predicación de la Palabra por santos varones de Dios en el contexto de una iglesia local.
2 Génesis 2:15; 2 Tes. 3:10-11; 1 Tes. 4:11-12; Ef. 4:28.
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